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-Esos gestos- me dijo mientras pasaba su dedo por mi nariz- sólo te salen cuando estás enamorada.
Fruncí los labios y me metí bajo la manta, odiando haber conocido el amor de una forma tan falsa. Odiando sentirme menos que nada y tan sola. Definitivamente, no eran buenos tiempos para los soñadores.