domingo, 29 de noviembre de 2009

Seré tu esencia.




Deberían darnos un vale- dijo después de dar una calada al cigarrillo que sostenía entre sus temblorosos dedos
-¿Un vale? - le pregunté
-Sí- dijo mirando el cigarro- un vale por todas esas personas a las que no conoceré, los lugares que nunca visitaré, todos aquellos conocimientos que nunca sabré, los idiomas que no aprenderé, las canciones que no escucharé, los acontecimientos que no veré, los amigos que no tendré, y todas esas cosas que no voy a poder disfrutar, ya sabes...
-¿Piensas en la muerte?
-Y no solo en la muerte, si no en todas las limitaciones a las que me expongo de forma innata, antes de nacer ya se me acortan las posibilidades, ¿Así como se puede ser una persona libre? Joder.. ¿Es que por ser hija de Isabel tengo menos virtudes que esa estúpida de Amanda?
No es justo que siendo mejor que ella me tenga que morir de frío en esta casa de mierda, mientras ella retoza bajo el Sol en su terraza.
-Yo te quiero a ti- admití- por quien has conseguido ser mediante tu esfuerzo e historia y no por quien por herencia te tocó ser, te quiero fuera y dentro de tu contexto, ignorando la genética y la economía y todas esas cosas superfluas que nada tienen que ver con quien veo cada vez que te hago el amor mirándote a los ojos, es a ti a quien quiero, con tus pensamientos y virtudes.
Me miró con aquellos ojos negros que hacían que me perdiese en el mas profundo de los abismos y sonrió. Tiró el cigarrillo y se acercó, me abrazó e inhalé ese olor suyo que podría diferenciar entre tantos, esa mezcla de perfume, frutas, y algo que jamás logré distinguir como si fuese mi elixir de vida, mi oxígeno.

sábado, 14 de noviembre de 2009

Mi piel todavía sabe a tus gemidos,
aún puedo sentirte tan cerca que creo que aún estás a mi lado, envolviendo mi nuca de exhalaciones, de deseo, y anhelándome. Muriendo por amarme. Trazando caminos por mis clavículas con la angustia de tu saliva. Queriendo ser tú y yo, uno solo, una fusión de cuerpos y de alma. Con esa locura en los ojos cuando ves que me desabrocho los botones de la camisa, entregando a tu vista aquello que le desquicia, que le puede, que necesita. Tatuando a fuego el carmín de mis labios en tu espalda. Sí, aún puedo sentirte dentro. Todavía me siento tuya, todavía yazco aquí, entregada en cuerpo y alma por amor. Blanca a la luz de la luna.


lunes, 9 de noviembre de 2009

Alba, with the cute voice and hostile look (And our really special-deep relationship)

Ha merecido la pena, tanta espera, esfuerzo y lágrimas
si de nuevo voy a poder estar con vosotros.
Cuando os fuisteis ya os dije que os llevabais parte de mi a Israel,
y ahora es el momento de que vaya a recogerla, y aunque sé
que no se vendrá conmigo de vuelta y se quedará allí con vosotros
me hace feliz saber que podré sentirme tan completa como me hicisteis
sentir de nuevo. Voy a volver a veros, voy a volver a estar con vosotros.
¿Qué decir? Soy feliz.
Y me río de toda esa gente que me dijo que el tiempo hacía el
olvido y que pronto ya no sería lo mismo.
Os he echado de menos cada día desde vuestra partida,
y ahora por fin podremos reunirnos.
Ya no queda nada, Kol Hakulim. Israel nos espera.


sábado, 7 de noviembre de 2009

Tears.



Y ahí estás tú.
Quieta, absorta en pensamientos inexistentes.
Buscando una razón por la que moverte, pero prefieres sentir,
por una vez no algo interno, si no externo.
Y sobre tu piel fría y casi inerte comienzan a resbalar gotas de agua caliente,
efímeras que se precipitan por tus curvas hasta deshacerse en nada. Hasta fundirse en ti.
Por tu espalda, por tus clavículas, por tus caderas, comienzan rápidas y recelosas
pero terminan deleitando en tu piel, lentamente, intentando no separarse de él.
Y tú disfrutas de cada una de ellas, y de esa sensación, que hace que la piel se te erice
bajo sus caricias.
Te evades, dejándote llevar por ellas, dejando que el vaho que producen te penetre
hasta los pulmones y te libere. Y te sientes pesada, porque quieres ser como ellas.
La cabeza te da vueltas. Tus pensamientos se confunden y ya no sabes si eres ni dejas de ser.
Solo tu respiración te lo recuerda, que sigues ahí. Que no eres efímera.
Pero para entonces las gotas ya no están y solo forman parte de ti.
De tu cuerpo, de tu persona.